Estas dos cosas bonitas decoran mi baño, bueno, alegran mi baño. Da gusto levantarse por la mañana y verlas allí revoloteando, siempre contentas, sin importar lo pronto que sea, el frio que haga o la luz que entre por la ventana, ellas juegan a perseguirse y se ríen de todo. Y es que Ingo Maurer ha revolucionado el mundo de la iluminación, sus lámparas cuentas historias fantásticas, hasta ahora nadie había asociado la bombilla a la idea de felicidad.
Cuenta la leyenda que un día, resacoso, en una pensión de Venecia, estaba tumbado en la cama y todavía veía doble. Mirando al techo se quedó entusiasmado con una bombilla desnuda que era la única iluminación de la habitación. Así surgió su primera lámpara, Bulb, de 1966, que era eso: una bombilla gigante en homenaje a Edison. Luego le añadió las alitas a la bombilla, pura poesía que le ha abierto las puertas del MOMA de Nueva York, las del Victoria & Albert Museum de Londres, el Dansk Design Centre de Copenhague, el Centro George Pompidou de Paris o el Suntory de Osaka, entre otros templos del diseño contemporáneo.
Bendita borrachera!